Antes de que suene la alarma ya estoy despierto. El albergue de Astorga está muy bien, pero no deja de ser público y hay más gente que en la guerra, por lo que no es necesario poner ninguna alarma. A las 7.30 estamos todo el mundo fuera.
Al final se hace pesado y todo lo de preparar las alforjas. Es lo que tiene comprarlas baratas. Si algún día os lo pensáis, coger algo bueno y que sea fácil su desmontaje y montaje; si no es un coñazo. Daros cuenta que cada vez que lleguéis a un albergue lo tenéis que desmontar por completo para a la mañana siguiente volver a montarlo.
Empezamos a seguir las flechas amarillas. El ambiente está fresco como cada mañana, pero el señor Lorenzo apunta maneras. A los pocos metros empezamos de despedidas: los llamados "Italiani" avisan que irán por la ruta de la carretera y además irán más lejos que nosotros, pues sus planes son llegar a Santiago como muy tarde el martes. Aquí parecen separarse los caminos. Quedamos Elena y yo, que por cierto, su nombre en italiano a pronuncia acentúando la primera letra. Como es normal
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